martes, 24 de mayo de 2011

Se terminó el mundo

Otra vez llegó el final de los tiempos.
Me siento inmortal, porque de otro modo me sentiria un ingenuo que se cree todo lo que dicen por television. Igual creo que es inevitable pensar ¿Que pasaría si se terminara el mundo? Es facil que la mente te transporte a escenarios que resultan agobiantes. Despues de todo la metafisica nunca fue lo mio.
Por suerte estamos aqui, perdiendo el tiempo. Esperando que llegue el proximo aviso pesimista de que tenemos los dias contados. Yo no los cuento, me parece aburrido. En vez de eso prefiero ver un atardecer al lado de la ruta que cruza el rio con dos puentes. Y es asi, si me hubiera importado que se terminaba el mundo no me hubiera tomado un omnibus que llega a su destino despues de una hora sin salir de la misma ciudad. A ser felices...

domingo, 8 de mayo de 2011

Nada II

Soy un cascarón... Ya me usaron la clara y la yema. Algo se debe de haber desconectado dentro de mi, pero no siento nada. Nada, el tiempo pasa. Mi cuerpo irradia calor pero por dentro es frío. Lento. No quise conocerme, antes estaba bien cuando era un desconocido. Estancado como el pequeño lago de lágrimas bajo mis ojos. Hay sabor a muerte entre las ruinas, no se que será. No esperé tanto por esto, fue todo de repente. No soy, existo, y entre penumbras. Tenue. Frágil. Y adiós...

miércoles, 16 de marzo de 2011

Nada

¿Qué pasa sí ya no queda nada?
La vieja calle oscura hoy está tan iluminada
Los pinos que la ladeaban fueron cortados
El campo de enfrente está lleno de casas
Las paredes gastadas hoy están bien pintadas.
Sí la cama de dos plazas hoy quedó vacía
¿De que sirve soñar si se vencieron los sueños?

lunes, 14 de marzo de 2011

Cuento I

Siempre me gustó. Nunca me puse a pensar porque. Quizás me atraían sus ojos. Tenía una forma muy singular de ver las cosas. Siempre con una crítica destructiva que me arrancaba risas.
Ese amanecer no era diferente. Le gustaba fumar. Yo nunca fumé, salvo un breve período de mi adolescencia cuando quería llamar la atención el cual no duró mucho porque no soportaba el ardor en la garganta, pero no me molestaba que fumara frente a mi.
Yo veía con nostalgia como el frío de la noche crecía sobre las paredes. El humo azulado del cigarro volaba entrelazándose sobre sí mismo. Me acordé de la noche que acababa de no terminar.
Yo seguía con un temblor que surgía del centro de mi cuerpo. Aún así estaba tranquilo. Estaba en paz. Era como sí el tiempo no pasara, o al menos pasaba lento.
Cada vez que se movía se me erizaba la piel. Sentía ansiedad y a la vez miedo de que se levantara para irse. Ambos sabíamos que en algún momento cada cual tomaría su camino. Fue entonces cuando me di cuenta que desde hacia horas ninguno decía nada. Fue un silencio extraño, nunca sentí incomodidad. Fue como si no existiera. Era como un pacto de complicidad. Ninguno estaba atado a ningún sentimiento. Eso creí, hasta admití que desde que la vi por primera vez en el patio del liceo hace varios años me gustaba. En mi no había cambiado nada, al menos por dentro. Nunca sentí cariño por ella, quizás porque nunca estuve cerca. Ella no era de mi especie, o mejor dicho , yo no era de la suya. Siempre fui tranquilo, demasiado tranquilo. Jamás tendría que haberme cruzado con ella, no tenía sentido que pasara eso. Pero pasó. Estaba tranquila. Fue ahí que caí en la cuenta de que nunca me la había imaginado así. A mi lado. En paz. Me sentí extraño, estúpido para ser más preciso. Pero a la vez me sentí un caballero. Deduje entonces que los caballeros son unos estúpidos.
No me atrevo a decir que la sentí mía porque ella nunca será de nadie, o al menos tengo esa esperanza. Sólo la veía ahí, la sentía. Pero no quería hacer nada porque no quería molestarla, ni molestarme. Era todo perfecto. No creo que ella pensara lo mismo.
La luz de las lamparas caía sobre su cara en penumbras a pesar de los obstáculos. Creo que mi alma se resignó en ese momento. Entonces se levantó. Prendió otro cigarro, lo fumó por un rato mientras no me miraba. Yo tenía mi mirada demasiado perdida para cruzarla con la suya. Entonces se fue. Espero volver a encontrarla alguna vez, tal vez en un lugar que no sean mis sueños.